Fue después de su muerte, acaecida a los 46 años de edad tras ser excarcelado de la prisión fascista, que Antonio Gramsci ha sido elevado a la dignidad de Padre de la Iglesia del marxismo occidental. Atrás quedaban diez años de cárcel durante los cuales el comunismo internacional - muy al contrario que en el caso Dimitroff - no había alzado un dedo para contribuir a su liberación.
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