Dentro de una aparente perpetua transformación del Estado en América Latina, existen condiciones de gran estabilidad que permiten justamente entender esa continua transformación. Entre tales condiciones se cuenta tanto el carácter dependiente de los países de la región, como el conflicto social que los caracteriza. Al parecer, las últimas transformaciones están dando cuenta de un cambio en ambas condiciones que inciden en una presión sobre el mecanismo de intermediación institucional entre el Estado y la sociedad. Esto se manifiesta en una progresiva separación del Estado respecto de las demandas sociales, sin que ello signifique una mayor «neutralidad estatal». Por el momento, el conflicto pareciera centrarse en la definición del espacio político institucional, en la perspectiva de que ahí se redefine la relación del Estado con la sociedad y sus diversos sectores.
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