Alternando retrocesos y momentos de calma, la economía mundial renquea en medio del vado. Pero ya hay dos trayectorias que divergen. La de los acróbatas de las finanzas, que cruzan sin mojarse y encuentran la felicidad de los bonus. Y la de los asalariados, sumergidos bajo las negras aguas de la recesión. Un año después del hundimiento del banco Lehman Brothers, unos y otros han dejado de creer en los anuncios de "regulación". El Capitalismo, puesto en libertad por los poderes públicos, retoma su curso irracional. Como si no hubiera pasado nada.
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