Políticamente hablando, también Perú es un país peculiar (¿cuál no?). En 1985 y 1986, el gobierno aprista despertó y removió mocedades, ímpetus, energías e iniciativas que le dieron a toda la región, y no sólo a los peruanos, hálitos de esperanzas y júbilos de posibilidad renovadora. Alan García llegó con su verbo nuevo, cristalizado sobre todo en la tesis del no pago de más del diez por ciento de las exportaciones por concepto de servicio a la deuda externa.
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