Con el descubrimiento del ADN recombinante, la industria farmacéutica encontró una nueva fuente de fármacos, creando nuevos medicamentos de origen biológico. La comercialización de estos está suponiendo grandes ingresos para las compañías productoras, las cuales tienen el monopolio de dichos productos. Hace poco las patentes de algunos comenzaron a expirar, lo que provocó la aparición de "copias" de dichos fármacos, los biosimilares. Estos no son completamente idénticos a sus productos de referencia, debido a que el proceso determina el producto, lo que hace indispensable ensayos que demuestren la seguridad, eficacia y calidad del biosimilar.
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