El presidente norteamericano George W. Bush llevó al Partido Republicano al mayor triunfo de su historia en las elecciones intermedias. El 5 de noviembre le arrebató el control del Senado a los demócratas y aumentó la ventaja que ya ostentaba en la Cámara de Representantes. En este artículo se analizan las consecuencias de un resultado que pocos prevían y que, dada la singular conformación del sistema electoral, hace insoportablemente fuerte al presidente Bush.
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