Los asuntos latinoamericanos parecen haber quedado nuevamente en un segundo plano en la nueva administración de George W. Bush. Sin embargo, plantea el autor, los cambios políticos, económicos y demográficos acontecidos tras el fin de la Guerra Fría, tanto en Europa y Latinoamérica como al interior de Estados Unidos, obligan a Washington a replantear la arcaica lógica militar con la que encara todos los temas, y a definir cuidadosa y coherentemente su política hacia el Sur, ya que su tradicional intervención errática y parcelada en el hemisferio, podría, esta vez, ser insuficiente, y los nuevos problemas podrían afectar sus intereses locales y de seguridad.
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