El científico solitario que en lo recóndito de su laboratorio intentaba desentrañar los enigmas de la realidad constituye una imagen del pasado romántico. Ha sido sustituido desde hace tiempo por nutridos equipos de investigadores, a veces internacionales, inmensas instalaciones y presupuestos millonarios. Es la llamada Big Science, dirigida desde las más altas instancias políticas, económicas y militares.
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