Fue, junto con Patxi López, el primero en estampar su firma en la lista de avales que respaldaron la candidatura de Rubalcaba para la secretaría general del PSOE. Y es que javier Fernández tenía claro desde un principio quién era su candidato. No en vano, como todo buen sindicalista, no le gustan ni las aventuras ni las improvisaciones. Dicen que, además de prudente y algo soso, huye como de la peste de todo lo que, aunque lejanamente, suene a división o enfrentamiento en el partido. Quizá por eso prefirió, durante once años, permanecer en el segundo plano que le ofrecía la secretaría regional del partido asturiano antes de lanzarse, por primera vez en 2011, a ser candidato a la presidencia del Principado. Entonces, barrido por el vendaval Álvarez Cascos, no lo logró. Pero esta vez, la paciencia tiene su recompensa, y tiene el objetivo en la punta de los dedos.
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