Entendida en sus formas más varias, la lectura es el dispositivo que une el sentido del mundo y el de la vida. La iconografía, tanto oriental como occidental, ha representado constantemente ese particular estado de quietud y de ensimismamiento que es el leer. Porque el lector auténtico no se refugia en cualquier lugar, elige una atmósfera favorable en un noble y culto retiro -el gabienete de lectura- digno del libro, el más mágico de los objetos. He aquí una historia de ese vicio impune, la lectura.
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