Esta polémica frase la utilizó el embajador de Argelia en la Argentina, para justificar la prohibición del acceso al poder de los islamistas. El intercambio de puntos de vista se extendió a muchos aspectos de la actualidad de una sociedad y de un país que en algún momento fue el ejemplo de una lucha de liberación exitosa y hoy padece los males de un conflicto que en seis años ha causado cien mil muertos.
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