Reportajes alarmantes en la televisión alemana han impulsado el debate sobre el peligro de incendio que representan las plantas fotovoltaicas. E incendios como los recientemente sucedidos en Francia echan más leña al fuego. No hay motivo para el pánico, pero sería irresponsable negar el peligro. Existen amplias posibilidades para mejorar la seguridad. Lo que falta son normas vinculantes.
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