El éxito de la revolución tunecina sorprendió al mundo. En apenas tres semanas de protestas, los ciudadanos consiguieron derrocar una dictadura arraigada desde hacía 23 años. Esa divina sorpresa pareció demostrar que las tiranías eran tigres de papel capaces de resistir al soplo de los pueblos alzados. Entonces, como saliendo de un letargo de medio siglo, las sociedades árabes se sublevaron. En Egipto, corazón del mundo árabe, cayó tamién, el 11 de febrero, el detestado general Mubarak. En Libia, Baherin, Yemen, Argelia, Marruecos, las protestas se multiplicaron, reprimidas a veces con desproporcionada violencia. ¿Qúe semejanzas y qué diferencias tienen todas estas revueltas?
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