En Chile, a la empresa Pelambres, una transnacional de capitales japonés y chileno (grupo Luksic) se le llama la Frutera a la United Fruit Company, el omnipotente pulpo que se reía de las leyes, y hacía y deshacía los gobiernos de Centroamérica. Aunque los habitantes de la región luchan en soledad desde hace una década, Pelambres sigue construyendo, en el norte de Chile, el mayor basurero químico de América y causando daños monstruosos al medio ambiente y a la vida humana. Ya no hay agua limpia sino enfermedades severas. Todo ello aceptado por el gobierno neoliberal de Sebastián Piñera.
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