Más quisieran los políticos poder controlar su cuerpo y su cara para que no se les note cuándo están diciendo lo contrario de lo que piensan. Como, por desgracia, eso ocurre demasiado a menudo, Epoca ha analizado las malas pasadas que le juega el lenguaje no verbal a Zapatero, Rajoy, Rubalcaba, Esperanza Aguirre y Tomás Gómez
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