La alimentación actual tiene un metabolismo curioso: mientras las empresas de la agroindustria (Cargill, Nestlé, Glencore...) nos dan de comer, son ellas las que engordan. Una receta similar al parasitismo pero más cruel. Este sistema tiene otros efectos secundarios: nos alimenta mal y es un factor relevante en el aumento de obesidad, de diabetes, cáncer y enfermedades circulatorias en el mundo. Destruye los ecosistemas, ensucia las aguas y calienta la atmósfera. Además, es el responsable directo de la muerte, anualmente, de tres millones de personas, víctimas de infecciones alimentarias.
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