Cuando la necesidad de integración y la siempre interesada «cohesión social» se llevan al extremo, los derechos humanos corren peligro, pueden desaparecer. ¿Qué hacer en Europa y en otras latitudes cuando la diversidad cultural e identitaria de sus actuales poblaciones se ha convertido en una realidad que ha llegado para quedarse? Tal vez convenga, esta es la tesis del autor de este artículo, «gestionar la diversidad » desde el respeto a los derechos humanos, desde la superación de la cultura asimilacionista de lo «nuestro» y no desde la nacionalización y politización de lo que siempre ha caracterizado la cultura dominante. De nada sirve negar la compleja realidad cultural y la diversidad en la que vivimos y en la que viviremos.
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