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Resumen de Voces contra la desigualdad: el teatro testimonial de Emily Mann y Eve Ensler

Marta Fernández Morales

  • español

    En su trabajo sobre la historia del teatro documental del año 1999, Gary Fisher Dawson hablaba de tres grandes fases: el movimiento de la Nueva Objetividad en la Alemania de los años veinte, las propuestas del Federal Theatre Project en EE.UU. durante los treinta y el renacimiento del estilo con la versión de The Deputy dirigida por Piscator en los sesenta. En el cambio de siglo XX al XXI, varias dramaturgas norteamericanas han recogido el testigo de estos documentalistas, desarrollando lo que Emily Mann, inspirada por las tradiciones orales sudafricanas, ha llamado «teatro testimonial». Mann, junto con Eve Ensler, Anna Deavere Smith o Heather Raffo, cultiva una forma dramática basada en recuperar las voces silenciadas de la historia y en proporcionarles unos oídos atentos que escuchen sus experiencias y aprendan de ellas. Así, en Annulla Mann repasa los horrores de la Segunda Guerra Mundial desde un punto de vista feminista, y en Still Life coloca en el centro de un drama sobre la Guerra de Vietnam, enfrentadas a un veterano, a dos mujeres que nunca lucharon en el frente asiático, demostrando que el home front debe ser un concepto a tener en cuenta en la historiografía sobre los conflictos bélicos. Yendo un paso más allá, Eve Ensler elimina las voces masculinas de sus trabajos monologados sobre violencia, presentando historias plurales de mujeres muy distintas unidas por su condición femenina violentada. En este artículo se analiza una parte del teatro de ambas autoras desde la perspectiva de género para determinar la validez que las técnicas documentales y testimoniales pueden tener en un momento dominado por los medios de comunicación, la hiperrealidad y la (des) información

  • English

    In his 1999 work about the history of Documentary Theatre, Gary Fisher Dawson wrote about three main phases: the New Objectivity Movement in 1920s Germany, the Federal Theatre Project in 1930s USA, and the revival of the style thanks to Piscator’s version of The Deputy in the 1960s. In the 20th-to-21st turn of the century, several North American female playwrights have become inheritors to these documentarians, developing what Emily Mann–inspired by South African oral traditions– has called «theatre of testimony». Together with Eve Ensler, Anna Deavere Smith or Heather Raffo, Mann cultivates a dramatic form based on recovering silenced voices from history, and on providing them with an attentive ear that will listen to their experiences and learn from them. Thus, in Annulla Mann revises World War II from a feminist point of view, and in Still Life she places centre stage, facing a veteran, two women who never fought in the Asian battlefield, proving that the «home front» is a concept that must be acknowledged in the construction of history about war. Going further, Eve Ensler eliminates the male voice from her monologues about violence, presenting stories of very different women united by their violated female condition. This article analizes part of the theatrical production of these two authors from a gender perspective to try and determine the validity that documentary and testimonial techniques may have in a time dominated by the mass media, hyper-reality and (mis)information.


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