Justiniano instauró una nueva y amplia fórmula de juramento para los miembros de su administración (Nov.8) en la que se recogían los pilares de su nueva política. Condenando el suffragium, abusos, corrupción o impago de impuestos, postulaba la eficacia y sumisión total, exigiendo la realización de todos los actos puris manibus, como requisito jurídico-espiritual que, entroncando con preceptos bíblicos, reafirmaba su poder.
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