Galerías abrió en domingo sólo para él. Vestido de verde oliva, se tomó los pertinentes churros con chocolate en la cafetería California. Los obreros que lo reconocieron por la calle le besaban las manos. Una pequeña revolución en la capital española, que fue testigo del fugaz paso del Che Guevara... seguido muy de cerca siempre por un coche de policía.
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