La causalidad aristotélica es irreducible a la causalidad de la concepción empirista. Varios son los problemas que la concepción moderna de la causalidad nos ha dejado. Para poder enfrentarlos es necesario mostrar las diferencias de fondo entre la teoría de la causalidad aristotélica y la causalidad moderna y empirista, particularmente, la relación entre el principio de causalidad y el principio de identidad, así como la diferencia entre una causalidad predictiva y una causalidad explicativa. En la filosofía moderna, la ley sustituye a la causa. Puesto que ya no interesa el por qué sino sólo el cómo se suceden los fenómenos de la naturaleza, la mera descripción satisface la demanda empirista e idealista de la percepción visual. La exigencia de simplicidad idealista de las leyes de la naturaleza anula la complejidad de las relaciones causales presentes en los seres vivientes, las cuales no se limitan a una causa eficiente que, sin las causas formal y final, se revela insuficiente para explicar la variedad y la estabilidad de la naturaleza, así como la generación, la corrupción y la desaparición de los organismos biológicos.
The Aristotelian causality is irreducible to the empiricist�s conception of causality. We have inherited several problems from the modern conception of causality. In order to confront them it is necessary to expose the fundamental differences between the Aristotelian theory of causality and the modern, empiricist idea of causality, and, in particular, the relationships between the principle of causality and the principle of identity, as well as the difference between a predictive causality and an explanatory one. In modern philosophy, law takes the place of cause. Given that often scientists and philosophers are no longer interested by the question: why things are produced as they are, but only by:
how natural phenomena succeed each other, a simple description of things satisfies the empiricist and idealistic demand of perception. The idealist�s demand of simplicity concerning natural laws annihilates the complexity of the causal relationships present in living beings. Such causal relationships are not equivalent to the set of motive causes which, without the orientation of formal and final causes, are insufficient to explain (i) the variety and stability of nature, and (ii) the generation and corruption of things and beings
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