Carolina Coronado (1820-1911) es, junto a Gertrudis Gómez de Avellaneda, una de las escritoras del canon romántico. A partir de 1843, fecha de la publicación de Poesías, desarrolló una labor literaria que fue mucho más que una simple ocupación circunstancial. No en vano, Gerardo Diego advirtió en su obra �una total vocación literaria que no puede confinarse en una poética estrecha de damisela bordadora o encajera� (1962: 394). Pero lo que es incuestionable es que a lo largo de su producción luchó por legitimar su actividad artística e intelectual. En muchos de sus textos puso de manifiesto la situación problemática de la mujer escritora. Problemática por dos razones.
Porque a pesar de sus éxitos, la decisión de escribir le supuso un arduo proceso de incorporación dentro del campo literario de la época. Y, sobre todo, porque mostró los efectos y tensiones que conlleva el acto �antinatural� de querer ocupar el espacio privilegiado de los hombres, la arena pública del poder.
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