La implantación del euro se ha visto favorecida por una etapa mundial de expansión económica, de la que también se ha beneficiado la Zona Euro. Pero, la moneda europea presenta una debilidad continua frente al dólar que ha provocado su devaluación entre 1999 y 2001. Las raíces de esta debilidad se encuentran en la ausencia de un gobierno que dirija la política económica de la Zona Euro de forma coherente con la política monetaria aplicada por el Banco Central Europeo.
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