Primero fue que el incremento de la delincuencia tenía una de sus causas en la inmigración irregular; después el pañuelo de la niña marroquí de 13 años, Fátima, que ponía en grave peligro a nuestra civilización occidental; y de ahí nos fuimos al debate del multiculturalismo que gangrena la sociedad, para finalmente, desvelar la amenaza de los imanes integristas islámicos y sus peligros. Estamos ante una secuencia de falsos debates y mientras tanto a nadie parece importar la grave situación que viven inmigrantes, seres humanos, en Canarias, o los problemas no resueltos de Almería o la ausencia de política de integración que afecta a toda España.
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