El auge inmobiliario desarrollado en España entre 1997 y 2003 ha estimulado un mayor crecimiento del PIB, pero ha extendido el clima de especulación y de búsqueda de la ganancia rápida, provocando un problema de acceso a la vivienda que no ha dejado de acrecentarse en este período, produciéndose consecuencias sociales y políticas que deterioran la democracia. Pero además, el exceso de desarrollo inmobiliario puede reducir el potencial de crecimiento de la economía española en su conjunto, porque se está desviando ahorro e inversión desde actividades sostenibles a largo plazo hacia inversiones especulativas más rápidas e inmediatas.
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