Pragmático, dialogante y conciliador. Estos fueron los tres rasgos del carácter de Sergio Vieira de Mello que se convirtieron en una pieza indiscutible del sistema de las Naciones Unidas, en conflictos y procesos de pacificación tan complicados y dispares como Kosovo o Timor Oriental. Su última labor se desarrollaba en Irak, como Representante Especial del Secretario General de la ONU, cuando una bomba destruyó la sede de Naciones Unidas en Bagdad.
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