Durante la década de los noventa se asiste a una modificación de los criterios en la asignación de recursos salariales y de infraestructura de las Instituciones de Edu¬cación Superior (IES). Dichos recursos se otorgan de manera creciente con base en la evaluación y acreditación de la llamada "calidad académica". Asistimos también a una nueva organización del trabajo académico en las IES, basada en el binomio cali¬dad-productividad. La evaluación y la acreditación son el núcleo duro y nuevo paradigma de esta racionalidad. El resultado de esta política es una drástica modifi¬cación de la relación entre salario nominal e ingresos por productividad, en beneficio de estos últimos. Las consecuencias de esta racionalidad son múltiples. Este artículo analiza las tendencias y consecuencias de esta nueva integración del ingreso de los trabajadores académicos en la UAM.
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