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De la sociedad del riesgo al desmantelamiento del estado de bienestar

  • Autores: Jesús Javier Alemán Alonso
  • Localización: Dilemata, ISSN-e 1989-7022, Nº. 11, 2013 (Ejemplar dedicado a: Riesgos, cautelas y el principio de precaución), págs. 139-147
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • From Risk Society to Dismantlement of Welfare State
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      El complejo proceso globalizador que vivimos actualmente se centra en el desarrollo de nuevas técnicas productivas, comerciales y económicas. Sin embargo, este proceso, evolucionista en lo tecnológico, ha propiciado, paradójicamente, una involución en otros aspectos también muy destacados de nuestra vida política, social y cultural, básicamente, en una desinformación de los procesos administrativos, en una falta de seguridad jurídica, y en una atomización de las voluntades individuales.

      Ulrich Beck ha denominado a esto �la sociedad del riesgo global�. Una sociedad en la cual la irresponsabilidad organizada y las relaciones de poder de unos actores internacionales con gran peso político y empresarial administran de forma omnímoda grandes recursos económicos y financieros en beneficio propio. Podemos decir que �la sociedad del riesgo� ha impuesto sus propias normas de control y descontrol político, definiendo nuevas pautas de organización que dejan de estar en manos de la ciudadanía, o de la clase política, para ser administradas por estas fuerzas económicas.

      En este nuevo escenario, el pasado ya no determina los acontecimientos presentes, sino que es el futuro, incierto y temible, quien termina finalmente por condicionar las acciones presentes. Una especie de previsión, o precaución, ante futuros desastres inminentes condicionan de forma inexorable nuestro propio devenir que, ahora, ya no depende de nosotros sino de quienes tienen el control económico y tecnológico. Un nuevo escenario precautorio que comienza por amenazarnos y termina por desmantelar los logros sociales conseguidos en los últimos decenios.

      Las consecuencias de esta sociedad del riesgo se materializan en una destrucción sistemática de todos los valores públicos como la solidaridad, la confianza, o el bien común, y han sido sustituidos por la preeminencia de la economía sobre la política y la consideración del mercado como el único medio eficaz para la asignación de los recursos. Unos recursos, en muchos casos públicos, que se gestionan de forma totalmente privada, y cuyos beneficios se detraen de aquellos servicios que se han considerado tradicionalmente como bienes de interés público, como son: la educación, la sanidad, la vivienda, los servicios sociales, las pensiones, e incluso la justicia.

      Frente a ello, la solución más coherente, más audaz y también la más difícil, pasa por reasignar nuevos y controlados poderes a los Estados, readmitir la soberanía de los ciudadanos en las decisiones que más nos afectan, y por una redistribución de los bienes y recursos públicos con parámetros de ética y justicia social. Una tarea que no se limita a la simple elección política de nuestros representantes, sino en una implicación personal en todos los ámbitos de nuestra vida política, económica y social.

    • English

      Globalization focuses on the development of new productive, trade, and economic techniques. However, this process, evolutionary technologically, has involved, paradoxically, an involution in important roles of our political, social, and cultural life, basically, about the misinformation in administrative procedures, the lack of legal security, and an atomization of the individual wills. That�s Ulrich Beck has called �the global risk society�. A society where organized irresponsibility and power relations of some international actors with political and enterprise weight govern important financial and economic resources for their own benefit. �The risk society� has imposed its own political rules of control and loss of control, defining new ways of organization -out of citizens or politicians- governed by those economic forces.

      In this new scenario, the past does not determine the present events but the future, uncertain and fearsome, makes conditional on the present courses of action. A kind of prevision or precaution on impending disasters determines our future which nowadays does not depend on us but on those in economic and technological control. The new precautionary scenario begins with threats and ends with the demolition of social gains made in recent decades.

      The outcome of this risk society is the systematic destruction of public values like solidarity, trust, or common good, and their replacement by the primacy of economics over politics and the consideration of the market as the only effective means of allocating resources. Some resources, public in many cases, that are managed in a totally private way, and whose benefits are given up from traditionally considered public goods: education, health care, dwelling, social services, pensions, and indeed justice.

      Against this, the most consistent solution, most daring and the most difficult passes to reassign new powers to the states, to reinstate the sovereignty of citizens in decisions that affect us, and to share goods and public resources with parameters of ethics and social justice. A task that is not limited to simple political choice of our representatives, but in a personal involvement in all areas of our political, economic and social life.


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