A lo largo del siglo XIX, una de las principales preocupaciones del Estado chileno fue la de establecer un sistema educacional estatal, que permitiera extender la enseñanza a lo largo del territorio. Sin embargo, la novedad de esta institución conllevó la necesidad de conceptualizar y definir por parte de los actores institucionales a la escuela en sí misma, los efectos que se esperaban conseguir con ésta y los medios para lograrlo.
El presente artículo pretende indagar en este proceso desde un enfoque propio de la historia conceptual.
A partir de los postulados planteados por el historiador Reinhart Koselleck, se indaga en cómo los actores institucionales conceptualizaron el rol de la escuela, particularmente la escuela primaria, tanto respecto a su capacidad transformadora como a los efectos que se buscaban obtener por medio de ésta. Durante el período comprendido entre las décadas de 1840 y 1880, las escuelas fueron comprendidas como instituciones capaces de transformar a los individuos que accedieran a éstas, lo que llevó a establecer la necesidad prioritaria de uniformarlas por medio de la vigilancia y el control. Este consenso aparente respecto al rol civilizador de la escuela se dio a la par de una tensión constante entre los elementos moralizadores y modernizadores insertos en éste, planteándose énfasis y matices al interior de los objetivos buscados por medio de la escuela, aunque siempre circunscribiéndolos a la transformación de los individuos en beneficio del proyecto de Estado-nación propuesto por las clases dirigentes.
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