Durante el pasado ejercicio se han acentuado todas las tendencias negativas que padece la sociedad española, y muchas de ellas se han convertido en estructurales. Se quedarán entre nosotros mucho tiempo. No solo las económicas y las sociales, que son las más visibles, sino también las políticas e institucionales. Se han reabierto muchas heridas que se creían cicatrizadas durante la Transición. El Gobierno parece tener una estrategia muy difícil de sostener por la cantidad de sufrimientos que genera: para empezar a recuperarse, antes hay que haber llegado al borde del precipicio.
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