El impacto de la crisis económica ha servido de detonante para reconocer una crisis identitaria que la ingeniería como profesión, y los colegios como institución, arrastran desde hace varias décadas. Se propone un modelo de regulación profesional en que el mercado tenga mayor protagonismo, pero sin renunciar a que los poderes públicos y las empresas privadas sumen esfuerzos para fomentar y evaluar la excelencia profesional. Se presenta un esquema general de una posible nueva regulación profesional y algunas medidas concretas inspiradas por experiencias exitosas en otros países. Se analizan asimismo las etapas que debería recorrer la profesión para lograr el cambio dentro del contexto de la internacionalización.
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