Firmar un testamento, torear, someterse a un aborto o a una cirugía sin necesidad de consentimiento paterno... La ley avala a los menores y arrebata a los padres el derecho a restringir la libertad de una conciencias aún inmaduras. Los pregenitores se convierten así en meros sostenedores económicos de unos hijos que hasta los 18 años no pueden comprar tabaco ni alcohol.
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