Poco después de la Segunda Guerra Mundial, la Asamblea General de las Naciones Unidas decretó que la sede de la organización debía estar ubicada en los Estados Unidos de América. Una comisión para la búsqueda de un emplazamiento comenzó a investigar las posibilidades de este país. La comisión contó, entre otros, con tres expertos: el francés Le Corbusier, el soviético-ruso Bassov y el neerlandés Jan de Ranitz. Le Corbusier estaba preocupado por la composición de la comisión: �Me veo en la obligación de informarle sobre la angustiosa situación creada aquí en Nueva York en la comisión para la Sede de las Naciones Unidas, provocada por uno de los miembros de la comisión, y de la que yo formo parte: Jenkheer de Ramitz (¡sic!), quien se graduó de la Universidad de Delft y que trata de conseguir una posición desde la que puede arrastrar a todos a la más oscura catástrofe académica�.
En este artículo voy a explicar lo que sucedió en Nueva York en 1946. Una lucha entre grandes �estados de ánimo�, incapaces de ceder una pulgada en el campo de los principios urbanísticos.
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