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Resumen de Fintas: el diagrama

Peter Eisenman, Ana Useros Martín (trad.)

  • Desde que Brunelleschi importó la perspectiva a la arquitectura en el siglo XV, en el pensamiento arquitectónico ha dominado la división entre la realidad, es decir, la presencia real, y la representación. Esta inserción de la perspectiva en el discurso arquitectónico ha tenido efectos sutiles pero duraderos. Por ejemplo, ha producido la idea consciente de un sujeto, aunque sólo sea un sujeto que mira en relación con un objeto arquitectónico. Igualmente, mediante los oficios de la pintura renacentista y su despliegue de fondos arquitectónicos en perspectiva, las convenciones pictóricas entraron en la arquitectura. Cosas como profundidad de espacio, espacio plano y otras semejantes produjeron la primera metafísica inmanente, en el sentido de opuesta a trascendental. En la pintura, la división entre realidad y representación, si bien estaba presente, se consideraba menos temática, pues lo que estaba pintado en un lienzo plano era también su realidad en presencia. La introducción de las convenciones visuales, esta metafísica inmanente, se volvió tan natural para la arquitectura que Jacques Derrida pudo decir que la arquitectura era el locus de la metafísica de la presencia. Pocas veces se ha cuestionado la aceptación de esta idea. Pero es precisamente el cuestionamiento de la presencia lo que hace que la obra de Derrida sea tan importante para la arquitectura.


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