Para un romano cualquiera entre los sesenta millones de habitantes anónimos del Imperio, la vida era corta, las libertades limitadas y la incertidumbre económica muy elevada. Ahora bien, si era urbanita, también socializaba, disfrutaba de ocio abundante y tenúia un sistema de servicios públicos sin parangón en la Antigüedad
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados