Han tenido que pasar largos meses agónicos, con un sector de cajas prácticamente liquidado, un rescate bancario de por medio, varias nacionalizaciones traumáticas y recapitalizaciones a destajo para que el gobernador del Banco de España, Luis Linde, haya decidido finalmente dar un puñetazo en la mesa. La anunciada reforma del sistema de supervisión de la entidad, por el que enviarán inspectores a vigilar "in situ" a la mayoría de los bancos supervivientes, llega, sin embargo, demasiado tarde, según los expertos, a la vista de las importantes críticas que ha cosechado la labor de la entidad supervisora. En especial, la última, procedente de los inspectores, cuyas denuncias incluso han llamado la atención de la Fiscalía General.
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