Se ha estimado una mayor incidencia de infecciones severas en pacientes con artritis reumatoide, principalmente de tipo respiratorio, que son hasta 2 veces más frecuentes que en la población general, lo que muchas veces deriva en un aumento de la mortalidad debido a trastornos inmunes causados por la propia enfermedad como por el tratamiento inmunosupresor. En la actualidad existen vacunas disponibles para prevenir algunas de estas infecciones, y constituyen una ventana de oportunidad para la profilaxis y una opción para prevenir complicaciones que se derivan de las infecciones.
En este contexto, las vacunas del neumococo y la influenza han sido las más evaluadas en los pacientes con enfermedades reumáticas y se recomienda su administración en las guías de vacunación. Los datos acumulados sobre la seguridad y la eficacia de estas vacunas garantizan su uso en los pacientes con enfermedades crónicas autoinmunes o inflamatorias. Es necesaria la aplicación de las recomendaciones sobre inmunización para esta población en nuestra práctica clínica diaria, y la evidencia disponible es suficiente para incentivar la vacunación general contra influenza, neumococo y hepatitis B, así como para aplicar esquemas de cribado de tuberculosis, con el uso de quimioprofilaxis, si se precisa, en pacientes con artritis reumatoide en tratamiento inmunosupresor.
The incidence of severe infections has been estimated to be higher in patients with rheumatoid arthritis. In particular, respiratory infections are up to twice as frequent in these patients as in the general population, which often increases mortality due to immune disorders related to the disease itself and to the immunosuppressive treatment. Nowadays, some of these infections can be prevented by vaccines, which provide a window of opportunity for prophylaxis and for the prevention of complications arising from infection.
The most widely used vaccines in rheumatic diseases are the pneumococcal and influenza vaccines, which are recommended in vaccination guidelines. The data accumulated on the safety and efficacy of these vaccines support their use in patients with chronic autoimmune or inflammatory diseases. Immunization recommendations for this population should be applied in our daily clinical practice, as the evidence is sufficiently strong to encourage general vaccination against influenza, pneumococcus and hepatitis B in patients with rheumatic diseases. Screening strategies for tuberculosis, with the use of chemoprophylaxis if required, should also be applied in rheumatoid arthritis patients receiving immunosuppressive therapy.
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