La antinomía entre fundamentalismo-relativismo constituye un elemento básico de la formación de todos los psicoterapeutas y presenta un dilema para su trabajo práctico. El terapeuta oscila entre la omnipotencia fundamentalista y la impotencia relativista o solipsista. La unica forma de resolver esta antinomia es encontrar la solución en la praxis cotidiana, una maniobra acrobática en la que los profesionales aparezcan inclinados a la vez entre una práctica abierta y una intervención relativista y, por otro lado, se permitian a sí mismos guiarse por modelos que podrían ser descritos como fundamentalistas. Es aquí, en este precario equilibrio, donde el ultramodernismo propone reintroducir una dimensión concreta, contemporánea y ética en la práctica clinica cotidiana.
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