Maurice Béjart, el que es sin duda el más dinámico de los coreógrafos de ballet del siglo XX, hace ahora casi seis meses, plantó cara al omnipotente señor Mortier, director del Teatro de La Moneda de Bruselas y se marchó a Lausanne. Pocos se lo creían al principio, pero Béjart comenzó haciendo no sus maletas personales, sino las de la compañía, y a la tranquila ciudad suiza se fue con casi un centenar de bailarines, técnicos y algunos administrativos entre los que se cuentan sus secretarios. Todo parece indicar que, como hace veinte años, Laussane se convertirá en la ebullición bruselense de entonces.
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