Un examen detallado de la correspondencia real relativa a Mallorca muestra que factores económicos «externos» y directivas políticas reales obligaron a la primera generación de conversos de 1391 a permanecer como grupo social distintivo. Poco después de producirse la violencia anti-judía y las conversiones masivas de 1391, los conversos de Mallorca tuvieron que otorgar un porcentaje de sus propiedades al rey Juan I. Al mismo tiempo, conversos y judíos supervivientes debían seguir pagando los «censalers» de la aljama de judíos que había sido disuelta tras el ataque en 1391 contra la judería. Estas dos obligaciones financieras colectivas obligaron a los conversos a organizarse, siguiendo el precedente de la aljama, como grupo con líderes elegidos que administraron la colección fiscal interna a fin de pagar esas deudas, e interviniendo a favor de los conversos ante el rey y sus acreedores. Esta estructura administrativa puso los fundamentos de la cofradía conversa de Sant Miquel, establecida en 1404.
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