El artículo trata de ofrecer el legado eclesiológico del Vaticano II. Según Congar la característica general del Concilio es que «por primera vez en su historia secular, la Iglesia se definió a sí misma (o, en todo caso, ella se describió) en la constitución dogmática Lumen gentium y en otras constituciones, decretos o declaraciones». La Iglesia fue un tema predominante en aquellos cuatro otoños conciliares que transcurrieron entre 1962 y 1965. Ahora bien, la idea de Iglesia y de su misión ha de buscarse en la constitución dogmática sobre la Iglesia y en el resto de los documentos.
Se presenta una visión general del Concilio, y se hace recurriendo principalmente a los relatos de dos laicos que estuvieron allí, dos testigos de excepción: Jean Guitton, el primer y único observador laico en el Vaticano II durante el primer período de sesiones, y Pilar Bellosillo, auditora laica presente en el Concilio desde el tercer período de sesiones.
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