Esta semana comienza la comisión de investigación del suceso ocurrido en el Madrid Arena la noche de Halloween. A ella llega Ana Botella con claros signos de debilidad, después de semanas acumulando errores y granjeándose enemigos. En el Ejecutivo regional, en la Delegación de Gobierno. Ni siquiera controla al equipo municipal, pero cuenta con un puñado de fieles y aliados externos; cuatro delegados de área de absoluta confianza y toda una cohorte de dirigentes populares que guardan respeto a su apellido. No parece mucho, pero no conviene menospreciar sus fuerzas. Pocos confiaban en sus posibilidades cuando entró en el Ayuntamiento en 2003 y ahora es alcaldesa. Lo que se trata de saber es si son suficientes para mantenerse en el cargo y optar a la elección en 2015.
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