En la estética de esta película se va desde el estilo lúgubre madrileño, ambiente del que proviene el protagonista, hacia la opulencia y el colorido de los escenarios gallegos en que se mueve el mafioso. Conversamos con Juan Carlos Gómez, director de fotografía de Agallas, quien nos confiesa que buscaba precisamente eso, un contraste lumínico, pues los mundos de uno y otro son muy distintos. Y esos dos mundos están ahí como con dos tipos de luces. En el metraje no se advierte una luz homogénea, de un solo tono, siempre hay un contraste. Y también se juega a menudo con una mezcla en la temperatura de color
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