La película cuenta con algunos condicionamientos previos, como es el tipo de rodaje que plantearon los dos realizadores, Álvaro Pastor y Antonio Naharro, un rodaje a medio camino entre la ficción y el documental, dando mucha importancia a la improvisación y donde cada toma comportaba una resolución diferente de la secuencia y, por ende, del devenir de la historia. Esta situación obliga a que realmente la película cobre su personalidad en el montaje, realizado por Nino Martínez Sosa. Por otra parte, la fotografía de Alfonso Postigo adquiere su carta de naturaleza a través de una iluminación deliberadamente escasa, transparente, como la interpretación de los actores principales. Con el montador y el director de fotografía mantenemos un encuentro de lo más fructífero.
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