La película cuenta dos historias paralelas: por un lado, la del pintor español Óscar Domínguez (Joaquín de Almeida) en la capital francesa durante la primera mitad del siglo XX, y por otro, la de Ana (Victoria Abril), en la actualidad, una abogada a quien se le diagnostica una terrible enfermedad que le lleva a volcarse en la búsqueda de un misterioso cuadro que, según los expertos, fue la última creación del pintor antes de suicidarse. Narrativamente se trabaja sobre un paralelismo de ambas historias que comparten un grado importante de autodestrucción, pero el tratamiento de Rafa Bolaños en la dirección fotográfica no cae en el feísmo, sino que el uso del contraste en la historia de Ana y los pictóricos encuadres en las secuencias parisinas dotan a la película de una inusual elegancia dentro del drama.
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