Algunas grandes piedras mexicas y las estatuas mayas fueron todas reutilizadas como pilas bautismales, pero de forma muy diferente; en el primer caso, el agua bautismal corría horizontalmente con una ligera pendiente, mientras que en el segundo estaba cerca del escurrimiento vertical. Esos monumentos antiguos no daban solución práctica alguna al ritual del bautizo. No fue para ahorrarse la talla de una pila que los misioneros recurrieron a una piedra cilíndrica o a una estatua; tampoco fue por afán de estética. La finalidad de la operación era "bautizar" la piedra, otra forma de erradicar el paganismo y la obra de Satán.
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