Fernando Barinagarrementeria Aldatz, Alegría A. Loyola Marco, C. León Jiménez, J. Villarreal Careaga, A. Araúz Góngora, Adolfo Leyva Rendón, L.M. Murillo Bonilla
Necesidad de las guías de práctica clínica La enfermedad vascular cerebral (EVC) representa una de las principales causas de muerte y la principal causa de discapacidad en sujetos mayores de 50 años. Diez por ciento (5.7 de 56 millones) de las defunciones ocurridas en 2001 fueron atribuidas a EVC, colocando a esta patología como la segunda causa de mortalidad general a nivel mundial. El 86% de estas defunciones (4.6 millones) se presentaron en países en vías de desarrollo como México. La incidencia (16 millones) y prevalencia (67 millones) de la EVC es elevada, y de no existir intervenciones de prevención a nivel mundial, estos números se incrementarán en 44% y 15% para el año 2030 respectivamente. Según datos de 2007 del Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS) de México, la EVC representa la cuarta causa de muerte en hombres y la tercera en mujeres con una incidencia de 26.7 y 28.6 casos x 100 mil habitantes, respectivamente. Del total de egresos hospitalarios (4, 922, 227) en hospitales públicos de nuestro país en el año 2007, 1% fue atribuido a EVC (43, 801 egresos). Además de su alta incidencia y prevalencia, la EVC también muestra una tasa elevada de recurrencia, que varía de acuerdo con el subtipo de evento (10% a 22% a dos años), y la suma de factores de riesgo (FR) vasculares presentes en cada paciente. Después de un EVC, el pronóstico del paciente dependerá en gran medida de la modificación de los FR mediante medidas específicas de prevención secundaria (PS), incluyendo fármacos y modificación de estilos de vida. El adecuado manejo de estas medidas de PS puede reducir la recurrencia de EVC hasta en 80%, mejorando el pronóstico y calidad de vida de los pacientes.
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