Fernando Barinagarrementeria Aldatz, J. Villarreal Careaga, A. Araúz Góngora, G. Aguayo, J. L. Guzmán, L. Amaya, Carlos Cantú Brito
Se estima que aproximadamente la tercera parte de los infartos cerebrales están relacionados con embolismo de arteria a arteria, a su vez en relación directa con enfermedad aterosclerosa carotídea. La racionalidad de la endarterectomía carotídea se basa en la supuesta reducción del riesgo de EVC isquémico en pacientes con lesiones ateromatosas de la bifurcación carotídea (extracraneal), al realizar la reconstrucción de la arteria carótida interna y disecar por completo el ateroma, dejando la luz del vaso libre de restos del mismo. Como toda opción de tratamiento, el riesgo y el beneficio deben ser evaluados para conocer la bondad del recurso terapéutico. Resulta fundamental, por tanto, conocer el riesgo de EVC isquémico, que corre el paciente con lesión ateromatosa de la carótida cuando se le practica una endarterectomía, contrastándolo con el propio de seguir sólo un tratamiento médico (i. E, control de factores de riesgo y antiplaquetarios). Los estudios epidemiológicos primero, y los ensayos terapéuticos controlados y aleatorios después, han dejado en claro que los riesgos no son iguales para el paciente que nunca ha tenido un EVC en relación con la lesión carotídea aterosclerosa (sujetos asintomáticos), que para el sintomático. Por tanto, los beneficios y riesgos de la endarterectomía deben evaluarse de manera separada.
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