La tuberculosis resistente a fármacos es un problema emergente en todo el mundo, con una incidencia cada vez mayor. Según la OMS, en el año 2008, el 17% de las cepas de Mycobacterium tuberculosis, en los casos no tratados, eran resistentes al menos a un fármaco, y el 3,6% eran resistentes a rifampicina e isoniacida, lo que se denomina tuberculosis multirresistente. El problema es mucho mayor en pacientes previamente tratados y en algunos países, donde las tasas de multirresistencia pueden llegar hasta el 60%. Aproximadamente el 5% de los pacientes con tuberculosis multirresistente son también resistentes a alguna fluoroquinolona y al menos a un fármaco inyectable, denominándose tuberculosis extremadamente resistente. El tratamiento de estas formas de tuberculosis requiere el empleo de fármacos de segunda línea, que ocasionan un mayor corte, elevada toxicidad y un aumento de la duración de los tratamientos. Existe una necesidad de nuevos compuestos con perfiles de seguridad y eficacia mejores que los actualmente utilizados para el tratamiento de estas formas de tuberculosis. En la última década están siendo reevaluados diferentes fármacos ya conocidos y además han aparecido nuevos compuestos que están siendo investigados y se encuentran en diferentes fases de su desarrollo.
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