Evitar la aparición de un nuevo Alfredo Urdaci. Esa fue la consigna del nuevo presidentede RTVE tras ser nombrado por el Gobierno, tratando de evitar que se pudiera poner rostro a las acusaciones de manipulación, como sucedió durante la época de José María Aznar. Se optó, por tanto, por poner delante de la cámara a periodistas jóvenes, de la casa y sin perfil político definido, dejando las riendas de los programas informativos a gente afín, tanto de dentro de RTVE como de fuera, pero sin el desgaste de dar la cara ante los espectadores. Una estrategia que ha conducido a una preocupante pérdida de imagen y audiencia en unos espacios que eran líderes.
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